Cuando hablamos de educación inclusiva hablamos de una educación basada en potenciar las capacidades de cada individuo o colectivo sin excluirlos de ningún grupo. Por lo que la diversidad debe ser un aspecto enriquecedor, evitando ser visto de antemano como un problema, enfocándolo de tal forma que todos/as salgamos ganando y aprendiendo. Mediante la flexibilidad que se necesita para la inclusión podremos augmentar la calidad de nuestra oferta formativa y llegar a transformar la sociedad. Nos referimos a una flexibilidad que acoja a todos/as dando las mismas oportunidades independientemente de su condición o capacidades. El objetivo es potenciar las capacidades de cada uno proporcionando los recursos, estrategias y técnicas adecuadas. No podemos entender una inclusión donde no se beneficie a todos partiendo de la individualidad de cada uno. Somos todos diferentes y por ello es bueno que nos adaptemos y sepamos valorarnos con nuestras particularidades, por que es esto lo que nos va a hacer crecer como personas respetables. Por lo tanto un centro educativo inclusivo debe ser capaz de ofrecer unos niveles altos de aprendizaje partiendo de la flexibilidad.
Formas de flexibilidad que serían contraproducentes son las que van ligadas a la separación del alumno del grupo –clase la mayoría del tiempo. El alumno debe compartir el máximo de horas posibles con sus compañeros, con el soporte o refuerzo correspondiente. También, cuando nosotros no proporcionamos los recursos necesarios para que el niño/a potencie sus capacidades lo estamos excluyendo. Otra forma contraproducente sería la no implicación de toda la comunidad educativa.
Es evidente que sin una buena política de inclusión hay grupos desfavorecidos o vulnerables. Podemos ver que el fracaso escolar no se reparte aleatoriamente entre la población, siendo mayor en minorías o ciertos barrios, personas con capacidades diferentes tanto físicas como psíquicas, y población económicamente baja. La solución para evitar el fracaso y el abandono o exclusión social pasa por buscar mecanismos de inclusión social y evitar mantener desigualdades. El hecho de separar a los alumnos más desfavorecidos del aula ordinaria no ayudará para nada en su inclusión en la sociedad. Ahora bien, debemos asegurarnos que las técnicas o estrategias que utilizamos son adecuadas, por lo que el alumno debe aprender y participar activamente en las actividades que desarrollen tanto dentro como fuera del aula.
También debemos contemplar y tener presente que la educación no depende únicamente de la escuela, sino que todos y todas tenemos nuestra responsabilidad, y las causas de fracaso y exclusión social pueden ser muy diversas.
Para brindar una inclusión adecuada debemos contar primero con el compromiso de todos y con los recursos necesarios para dar una respuesta correcta. No podemos pretender la socialización y el aprendizaje de nadie si no hay estas dos premisas. Por ejemplo, no podemos atender a un alumno que necesita ir en silla de ruedas si la infraestructura no le permite acceder físicamente al aula. Este caso es obvio, pero hay otros que no son tan visuales y no paramos a pensar en si hacemos una inclusión o lo que estamos potenciando aún más es su separación y exclusión del grupo.
Qué lástima que sólo seas capaz de ver mi ceguera.
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