sábado, 17 de agosto de 2013

Etiquétame sólo si sabes y me quieres



Vivimos acompañados por otras personas, que al igual que nosotros, consciente o inconscientemente, pensamos y actuamos ligados a un lenguaje que nos limita a la vez que nos posibilita, y nos ofrece percibir la realidad dentro de sus parámetros, invitándonos a la reflexión de lo que es normal o anormal.

Parece evidente que el lenguaje nos empuja a utilizar unas etiquetas para definir la realidad. El problema rae en que al hacerlo, estamos desvirtuándola y limitándola. Por lo tanto, tendremos cuidado en la forma en que lo utilizamos, entendiendo su finalidad última.

Sabiendo que las diferentes formas de etiquetar pueden tener repercusiones negativas para las personas y para la sociedad en general, y que el contexto y el momento en que se da una situación juega un papel importante, cuidaremos la utilización de términos que puedan ser nocivos para las personas. Pero, ¡atención! también las etiquetas nos pueden servir para mejorar. Todo depende de cómo las usemos. 

Así, si un niño/a que de forma más o menos subjetiva tiene fama de despistado y nosotros fortalecemos esta situación, ya sea consciente o inconscientemente, crearemos, aún, más barreras difíciles de superar. Todo lo contrario pasa si nos fijamos en aspectos positivos y los fortalecemos, aunque hay que utilizarlas con cautela y saber hacer.

Por lo tanto, uno puede ser más o menos loco y más o menos normal dependiendo de quien lo rodee, del punto de referencia de comparación, del contexto, del lenguaje usado y el etiquetado que reciba en un momento determinado.





Me fui a África para dejar de ser negro

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