domingo, 17 de agosto de 2014

Ciudadano educador: libertad para educar a los otros

Son innumerables las veces que nos gustaría dar un toque de atención a un niño/a que no se comporta adecuadamente en un entorno ya sea público o privado, y no lo hacemos por miedo al reproche o reacción de los padres.

Es cierto que en la educación moderna se estila que el niño tenga más margen en sus acciones, pero sin olvidar lo importante de que éste conozca sus límites y que éstos puedan venir impuestos de un adulto que no necesariamente sea su padre, madre o tutor legal.

Enfrontémonos por favor a este miedo y cojamos el rol de educadores que nos pertenece como ciudadanos del mundo, no miremos a otro lado, seamos disciplinados y eduquemos a los niños que lo precisen en el momento adecuado, no deleguemos todo a los padres, y si hace falta eduquémoslos a ellos también.

Atendiendo a nuestro deber olvidado de ciudadano educador conseguiremos que los niños respeten más a los demás, conozcan sus límites, mejoren su empatía, se sientan parte de la ciudadanía, disminuyan los conflictos y de paso educamos a los padres haciéndolos ver que sus hijos no son sólo de ellos y que forman parte de un conjunto a respetar.

Tenemos que pensar también en acciones que aplaudan la buena labor de los padres, felicitando a los niños en comportamientos extraordinarios o incluso fortaleciendo verbalmente en situaciones que un padre transmita disciplina a su hijo o juegue acaloradamente con él.




Me regañó por no regañar a su hijo.

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